Lara se estremeció con el sinfín de voces y música para la Divina Pastora

Barquisimeto, 14 de Enero de 2014

La noche del 13 de enero permanecerá en la memoria de los larenses durante mucho tiempo. Desde muy temprano el cielo formó un color particular que no se aminoró en la noche cuando un destello de estrellas llegó a la tarima apostada a las afueras de la Flor de Venezuela, donde se rindió tributo a la Patrona del estado Lara la Divina Pastora. 

El brillo y las luces a las 7 en punto alumbraron la tarima para recibir la entonación de las notas del cuatro a cargo del maestro larense Luís Pinto. Él con cuatro en mano se paseó por todo el repertorio musical de la entidad, para celebrar  por todo lo alto, no sólo un nuevo aniversario más a la devoción de la Pastorcita, sino también honrar la cultura en el marco del año del cuatro.
      
Al finalizar, los aplausos retumbaron a lo largo y ancho de la avenida Venezuela, donde más de cinco mil rostros permanecían atónitos por el espectáculo que se estaba presentando. Breve fue la espera para ver aparecer en escena a la dama de la cultura popular Lilia Vera, quién ataviada con un sencillo chal tomó el micrófono para interpretar temas, para los cuales contó con el unísono del público que sabía de punta a punta las tradicionales melodías.   

Lilia Vera levantó la mano para despedirse agradecida por la oportunidad única y saludar en vivo al maestro creador de la Flor de Venezuela, quien se encontraba en el público asistente, siempre pendiente de cuidar el capullo que germinó para todo el pueblo. No había finalizado el estruendoso aplauso al maestro, cuando vibró la tarima para recibir a la agrupación Carota, Ñema y Tajá.   

Para ellos el escenario conocido, como también eran conocidos cada una de sus canciones entre los larenses, quienes desde el primer momento acompañaron al particular grupo, con aquellas notas que hicieron sentir las raíces barquisimetanas. Al elevar la mirada al cielo el destello de luces, mostraba el ambiente de fiesta que probablemente llegaría a Quibor y haría eco en Cubiro.   

Y en Cubiro también se sintió la juventud vibrante de José Alejandro y su banda. Al llegar a la tarima captó las miradas de jóvenes y adultos, quienes no pudieron dejar de brincar con la fusión tradicional y popular que emprendió el novel cantante venezolano. El punto cumbre de su presentación fue la interpretación de la canción "Ven a Venezuela", la cual poco a poco se está convirtiendo en una invitación para que el mundo conozca esta prodigiosa tierra.   

Avanzada la noche el cielo de la tierra crepuscular se estaba acostumbrando al destello de estrella. Esta vez llegó por partida cuádruple cuando Ensamble Gurrufío afinó instrumentos para interpretar un repertorio de temas que elevó el tono melancólico y de tributo a la patrona larense ¡Ná guará de emocionante! Exclamó alguien del público ¡Nuestra pastorcita se merece esto y más! Acompañó a decir otro que estaba cerca de la tarima.    

El silencio fue sepulcral, como pocas veces ocurre, en la ciudad musical de Venezuela. Con la energía única del director Dudamel se recibió en escena a los intérpretes  del enfrentamiento de Florentino y el Diablo. Gaspar Colón e Idwer Álvarez, captaron las miradas de todos al proyectar su voz en plano de una de las avenidas más famosas de Barquisimeto. Con el respectivo saludo al maestro José Antonio Abreu se selló esta importante fase del evento.   

In crescendo estaba el ánimo del público, que recibió dos platos más fuertes al escuchar Mambo, con lo cual los cuerpos se pusieron a bailar y que dio paso a la interpretación final del sentido tema Venezuela. El mar de caras, se transformó, en un mar de canto, cuando todos elevaron el famoso tema que aguó algunos ojos y extendió amplias sonrisas de puro orgullo patrio.   

Esas sonrisas permanecieron en los rostros, al igual que las miradas en la Flor de Venezuela que en la noche de este lunes estaba más verde que nunca. Cada asistente sintió de manera particular el canto a la Divina Pastora, ellos fueron también el canto de una tierra que brilla con un color particular que se queda en la mente. La serenata fue la excusa, la Divina Pastora también. Barquisimeto siempre tendrá entre sus colores particulares, el color necesario para seguir brillando y colarse en los pensamientos de aquel que llega y repentinamente tiene que irse, no se va solo, se va con la música y el calor de una tierra que nació para permanecer en la mente como una fotografía perenne (FIN/ Ruben Martinez).

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