- Llegará el 14 de enero y los barquisimetanos exclamarán ¡es el día de la Divina Patrona! Día en que devotos de todas partes del mundo caminan despacio por las calles, como río desbordado, buscando buenos puestos desde donde acercarse para verla pasar, aunque sea un segundo. Día en el que los ojos de muchos se nublan y la piel se les eriza, agradeciendo o rogando por favores que cambien sus vidas.
Bebés en brazos de sus padres, niños correteando entre las faldas de mamá, adultos esperando su aparición y ancianos fieles asistirán al recorrido; porque la fe no tiene edad. Probablemente, más de 2 millones de personas, pequeños y grandes, aplaudirán mientras esperan el traslado de la imagen desde su iglesia, desde el pueblo de Santa Rosa hasta la Catedral Metropolitana de la capital larense.
En un recorrido de casi 7 horas, que comienza a las 10:00 de la mañana con la misa a las afueras del hogar de la Virgen, se atraviesan más de 7.5 kilómetros de distancia para acompañar a la Divina Pastora, uno de los íconos religiosos más importantes y queridos de Venezuela.
Sorpresa histórica
El lunes 6 de enero de este nuevo año, los feligreses obtuvieron la sorpresa más grande en toda la historia de las procesiones de la Divina Pastora, al observar la bajada de su nicho y puesta en el trono de la imagen un día antes del tiempo estipulado normalmente.
Ocurrió al finalizar la misa de sanación presidida por el párroco de la iglesia Santa Rosa, el padre Rafael Chávez, en horas de la noche. Las luces del templo fueron apagadas hasta que apareció la Virgen, cargada por los miembros de la cofradía e iluminada por un juego de luces láser.
La imagen permanece una semana en el pasillo central de la iglesia de Santa Rosa, hasta ser colocada muy despacio en uno de los pasillos laterales del templo, donde debe esperar hasta el 14 de enero, en horas del mediodía, cuando sale en la tradicional procesión.
Misioneros, pregoneros de la Pastora
Todo comenzó hace más de 300 años gracias a una visión. La Virgen María adquirió el título de Divina Pastora en Sevilla, España, cuando un sacerdote soñó con una hermosísima imagen y conmovido por ella mandó a dibujarla. En un lienzo la figura estaría en un paisaje campestre, rodeada de árboles, vestida con una túnica púrpura, cubierta por una mantilla azul y en la mano un bastón pastoril.
El 8 de septiembre de 1703, realzada en un estandarte entre guirnaldas y flores, la Virgen recibía, por primera vez, culto público. Así, salió desde la iglesia de San Gil en una procesión por las calles de la ciudad, al tiempo que una nutrida concurrencia le brindaba un rosario cantado.
Posteriormente, la nueva advocación se propaga por el resto de Europa y América. La labor catequizadora de los misioneros españoles, especialmente sacerdotes, contó entonces con la Divina Pastora como un emblema de "amor y bondad" para la reducción de las poblaciones indígenas.
Milagros inobjetables
Han surgido leyendas alrededor de la Virgen que han sido repetidas de generación en generación y convertidas hoy en verdades incuestionables. Cuentan que en 1740 la de iglesia Barquisimeto y la de Santa Rosa buscaban incorporar a su estructura una imagen de la Virgen. La primera, de la Divina Pastora y la segunda de la Inmaculada Concepción. Ambas consignaron sus solicitudes en un solo documento al mismo escultor, Francisco Ruíz Gijón.
Pero ocurrió un error. Por equivocación, los cajones que contenían las efigies se confundieron y la figura de la Divina Pastora fue a parar en la iglesia de Santa Rosa. Al intentar trasladar el cajón, se puso tan pesado que no pudo ser levantado del piso; considerándose éste un acto divino. Desde aquel entonces la imagen se quedó para siempre en el pueblo de Santa Rosa.
El terremoto ocurrido el 26 de marzo de 1812 también puso a flote las potencialidades milagrosas de la Virgen, cuando destruyó el templo donde se veneraba pero dejó la escultura intacta; reforzando la creencia de los fieles.
Un último hecho consolidó la fe de los devotos y marcó pauta en la práctica religiosa que se estila en la actualidad. Una epidemia de cólera se desató en Venezuela en 1855 y sin ceder a medicamentos, lamentos o plegarias, arrasó con numerosas familias barquisimetanas.
Como último recurso, el padre José Macario Yépez, Cura Interino de la iglesia Inmaculada Concepción (Barquisimeto), gestionó traer a la Virgen de la Divina Pastora desde Santa Rosa. Una vez iniciada la ceremonia, el padre, movido por un impulso de caridad cristiana, hizo una famosa exclamación en la que ofreció su vida para que cesara la epidemia: suplicó a la Divina Pastora su intercepción para salvar Barquisimeto del cólera y pidió fervorosamente que él fuera la última víctima. Dicen que la epidemia cesó y que el padre Yépez fue el último en morir por la enfermedad; convirtiéndose en un héroe legendario que salvó la ciudad.
Vestidos de la Virgen
Al principio, fue una prédica de principios pero luego tuvo una expresión material: una imagen de vestir que, a mediados del siglo XIX, iba a dar origen en Barquisimeto a una devoción popular sin precedentes en Venezuela.
La colección de vestidos del guardarropa de la Virgen ronda los 200 trajes y guarda una importancia emblemática. Cada 14 de enero estrena una indumentaria que le es ofrecida por algún devoto para pagar una promesa. Adicionalmente, la Virgen dispone de un conjunto de accesorios: calzado, pelucas, coronas, polvos, sombreros y cepillos; almacenados en la parte superior de la sacristía del templo Santa Rosa, junto a otras pertenencias.
Los trajes más simbólicos han sido donados por el hermano de Eustoquio Gómez (primo de Juan Vicente Gómez), de color Champán; Luis Herrera Campins, de colores marianos azul cielo y blanco; por los vendedores de la economía informal que la acompañan a la Virgen, quienes donaron el vestido de la Misión Continental (2009), de color beige; entre muchos otros. Algunos de éstos están bajo exhibición en el Museo Divina Pastora, también ubicado en la población de Santa Rosa.
Los últimos cuatro ejemplares, fueron elaborados por las servidoras conocidas popularmente como "Las Marías", María Leonor Gutiérrez y María Magdalena González; modistas de piezas magistrales. Es por el recuerdo de estos hechos, prácticas de sacrificio y devoción, que todos los 14 de enero se lleva a cabo está procesión multitudinaria y fervorosa. ¡Acércate y forma parte de los que tienen algo que agradecer! (FIN/Ruben Martinez).
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